Dengue: Quiénes son más propensos a contraer la enfermedad y cómo ataca el cuerpo

Fiebre quebrantahuesos. Manchitas rojas en la piel. Dolor abdominal intenso. Diarrea. Vómitos. Hemorragia. Insuficiencia hepática y renal. Trastornos neurológicos. Así de variadas son las manifestaciones del dengue grave en las terapias intensivas y salas por la mala evolución de pacientes con el virus.

La mayoría, al principio, cuando ingresaron por guardia, se igualaba en síntomas con el resto que también sufrió la picadura del mosquito aedes aegypti y se recuperó en su casa.

Con más de 100.000 casos y 79 muertes, los especialistas explican por qué todos somos susceptibles frente a la peor cara de esta enfermedad. También, cuántas veces podemos tener dengue a lo largo de la vida, las claves de la mayoría asintomática y el cuarto día decisivo de la infección.

El dengue tiene cuatro serotipos: DEN1, DEN2, DEN3 y DEN4. En Argentina, el DEN2, que es más agresivo y se identificó en 25 de las 35 muertes en las que se buscó, corrió al segundo puesto al DEN1, seguido del DEN3. Según el último Boletín Epidemiológico, esta temporada aún no se registraron casos de DEN4.

Dengue grave: cuáles son los grupos de riesgo
“Todos somos vulnerables a infectarnos con dengue. Sin embargo, hay grupos que tienen mayor chance de desarrollar dengue grave: los menores de 5 años, los mayores de 65, las mujeres embarazadas y todas las personas que tienen antecedente de haber tenido dengue”, explica a Clarín el infectólogo Eduardo López.

Si en esa vulnerabilidad el experto tuviese que definir quiénes son aún más vulnerables, enumera tres grupos: primero, “quienes hayan tenido dengue”, segundo, “quienes tienen comorbilidades” y, tercero, “quienes vivan en zonas de hiperbrotes de dengue”. Como Misiones y Salta.

Además de que las embarazadas lo son porque no pueden recibir la vacuna del dengue, por tratarse de una de virus vivos atenuados (contra los cuatro serotipos), al igual que quienes tienen menos de 4 años, hay ciertas comorbilidades que pueden llevar a la evolución más desfavorable.

“La obesidad mórbida, la hipertensión arterial, la diabetes y otras enfermedades crónicas, como asma, y las cardiovasculares y las hepáticas”, revela. También menciona a las personas inmunosuprimidas, que tampoco pueden ser vacunadas.

Hasta el momento, 28 de los fallecidos tenían comorbilidades. La mayoría, doce, padecía diabetes. Las muertes (más hombres que mujeres) se registraron en todos los grupos de edad. Pero el que más casos tuvo es el de los mayores de 80, seguido por el de 70 a 79, luego el de 60 a 69 y el de 30 a 39, consignó Clarín.

Al dengue grave lo relaciona con “una constelación de síntomas”. Es un virus que no avisa y que igualmente traiciona.

En la lista de manifestaciones del primer párrafo López agrega “somnoliencia (letargo)” e “irritabilidad”. Esto también puede aparecer cuando la fiebre baja.

“Hay que controlar bien al enfermo cuando baja la temperatura, porque puede evolucionar en dengue grave. Pero, en realidad, la mortalidad por dengue no es alta, es de 2,5% en los 4 serotipos del virus causal. Si se trata al paciente bien, ese porcentaje se reduce a menos del 1%”, puntúa.

El dengue sí es una enfermedad de alta morbilidad. Es decir, afecta a muchas personas. Según el consenso epidemiológico, por cada persona con síntomas hay entre 5 y 7 asintomáticas, que igualmente quedan sensibilizadas para ser reinfectadas por el mosquito transmisor.

“Uno puede tener dengue, queda con anticuerpos para el serotipo que lo enfermó, y no le queda ninguna secuela a largo plazo. Por lo menos, por ahora”, cuenta, y recomienda la “vacunación sucia” –a todos por igual, no importa haber tenido el virus– en las zonas donde los brotes son recurrentes.

López dice que podemos tener dengue y no notarlo, porque lo definitorio es que “si te picó una hembra del mosquito (son las que lo hacen) que tenía el serotipo 1, desarrollás inmunidad para el DEN1, como podés hacerlo cada vez con los 4 serotipos, pero si te pica otra que no tiene el mismo serotipo con el que te enfermaste originalmente, podés tener la enfermedad sintomática y hasta grave”.

Advierte que quienes tienen dengue, sin saberlo, y toman ibuprofeno o aspirina para combatir la fiebre o el dolor de cuerpo, favorecen la anticoagulación de la sangre y el desarrollo hacia el cuadro grave. En esta época crítica, entonces, es particularmente importante evitar la automedicación.

El subdiagnóstico y el día cuatro con dengue
“El dengue grave es más frecuente en quienes tuvieron una cepa previa”, marca Roberto Hirsch, infectólogo del Hospital Muñiz.

Con una explicación sencilla, vuelve a dar el ejemplo epidemiológico complejo de toparse con un serotipo diferente del mismo virus.

“Una persona que tuvo dengue DEN1, queda protegida por cuatro meses y después queda sensibilizada. Cualquier serotipo de dengue posterior, es decir, DEN3 o DEN 4, porque el DEN 2 en sí siempre es más bravo, puede provocar un dengue grave de entrada”.

Lo que se está viendo en casos confirmados por diagnóstico es una pequeña muestra de la crisis de dengue que hay en el país.

“Los que tuvieron una diarreíta, dos vómitos o que tuvieron 37.8°, o les duele la espalda porque ‘les duele siempre’…en muchos casos son pacientes que tuvieron dengue subclínico (sin atención médica ni diagnóstico)”, remarca Hirsch.

El especialista habla de que todo ese universo que no desarrolla síntomas graves, y sigue, de todas maneras, siendo reservorio de dengue.

“Una vacuna eficaz es la que pueda evitar la transmisión. La de ahora (se refiere a la que se aplica en el país) previene la enfermedad grave”, refuerza.

¿Cuándo ve enfermar gravemente a los pacientes? “Después del cuarto día. Cae la temperatura bruscamente, aparecen dolores abdominales, crece el bazo, aparecen signos de deshidratación, signo de shock, hemorragia gingival (en las encías), petequias (manchitas rojas en el paladar), las mujeres tienen pérdidas, como si estuviesen menstruando”, responde.

Antes de ese día, todos los dengues son iguales. “Fiebre quebrantahuesos y dolor de cuerpo”.

Un análisis de sangre sí puede dar más respuestas sobre el desarrollo de dengue grave. Se ve cuánto bajan las plaquetas y los glóbulos blancos. Por eso es decisiva la atención temprana ante síntomas compatibles.

El dengue grave comprende tres modelos. “El denominado, shock o choque por dengue, el dengue hemorrágico y el llamado dengue grave de órganos”, detalla Tomás Orduna, ex jefe del Servicio de Medicina Tropical y Medicina del Viajero en el Muñiz.

El tercer modelo, cuenta, “se ve en pacientes con afectación en el cerebro, encefalitis por dengue, en el corazón, miocarditis por dengue, o hepatitis por dengue, que se da cuando las enzimas hepáticas superan las 1.000 unidades”.

Pero mucho antes, esos pacientes pasan por cuadros más benignos. “Son los signos de alarma. El dolor abdominal intenso, el vómito persistente, estar aletargado o, al contrario, irritable, que sangren las encías al cepillarnos los dientes. Si se realiza la consulta inmediata, con hidratación endovenosa, se le pone un freno a un cuadro complicado”, concluye.

El protocolo médico para evitar esa progresión del virus en el cuerpo tiene tres patas: hidratación –por vía oral o por suero–, tratamiento de shock (o “de soporte”, para mantener la presión, que se siga orinando y no tener que entrar a diálisis; o según el caso, también transfusiones de plasma “para aumentar la densidad de la sangre y evitar hemorragias”) y paracetamol.

En el dengue grave, que por la caída de las plaquetas baja la coagulación y hace que se vean esas manchas rojas en la piel, también se da lo que se conoce como “tercer espacio”. Plasma que no está en los vasos sanguíneos. Que pasa a otras partes del cuerpo.

 

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