Lanzan un proyecto de Salario Básico Universal; 9 millones de beneficiarios potenciales.
El propósito es reducir la indigencia, redistribuir ingresos y valorizar el trabajo mal remunerado, sostienen los legisladores que lo impulsan.
Con una sala llena en el edificio del Congreso Nacional, un grupo de diputados del Frente de Todos y representantes de organizaciones sociales presentaron un proyecto de ley para que 9 millones de desempleados, trabajadores de la economía informal y otros sectores de la población de bajos ingresos accedan a un Salario Básico Universal (SBU). El objetivo es reducir la indigencia, valorizar tareas que el mercado laboral no valora y redistribuir ingresos. Aún no tiene fecha de tratamiento en Comisiones.
La presentación de este proyecto se da en un contexto de debate fuerte acerca del modelo económico dentro de la coalición gobernante. En los últimos tres días hábiles, diputados y senadores del Frente de Todos presentaron tres proyectos de ley que apoyan la idea de fortalecer el bolsillo de la gente: el jueves, Máximo Kirchner propuso adelantar las cuotas del Salario Mínimo Vital y Móvil para que el aumento del 45 por ciento pautado en marzo se perciba en julio del 2022 en vez de enero de 2023 como estaba previsto (ver nota aparte); el viernes un grupo de senadores encabezados por Mariano Recalde propuso legislar una nueva moratoria previsional. Hoy, los diputados eligieron la vía legislativa para ampliar el sistema de protección social.
En este contexto, la presencia de Germán Martínez generó expectativa: “Por más que traten de encasillarnos, somos todos integrantes del Frente de Todos: venimos con trayectorias diferentes pero es importante que cada uno pueda hacer su aporte y escucharnos respetuosamente. Bienvenido sea el debate para aspirar a tener una Argentina más inclusiva”, explicó el jefe del bloque.
En el texto de la norma aseguran que el SBU es una prestación monetaria no contributiva que equivaldría al monto de una Canasta Básica Alimentaria de un adulto, que en marzo fue de 12.900 pesos y alcanzaría para establecer una base de ingresos para que la gente pueda ocuparse de formarse, terminar el colegio, o incluso conseguir otros empleos teniendo por lo menos un plato de comida asegurado.
El público objetivo serán quienes tengan entre 18 y 64 años y estén desocupados, sean monotributistas categoría A, trabajadoras de casas particulares, trabajadores agrarios, asalariados informales y asalariados formales pero pobres es decir con un ingreso equivalente a monotributistas de categoría A. La premisa es ampliar el sistema de seguridad social, que cuenta con una protección muy amplia en niños y adultos mayores, pero con un gran déficit para la población de entre 18 y 65 años sin hijos, pobres o de clase media baja sin patrimonio ni ingresos fijos. Uno de los requisitos para percibirlo es no cobrar prestación por desempleo, Potenciar Trabajo, y Tarjeta Alimentar.
La iniciativa fue impulsada por los legisladores Itaí Hagman, Natalia Zaracho, Leonardo Grosso y Federico Fagioli del Frente Patria Grande dentro del Frente de Todos en un acto realizado en el Salón Delia Parodi de la Cámara baja que contó con la presencia del jefe de bloque de Diputados del Frente de Todos, Germán Martínez, el referente del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) y de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), Juan Grabois, entre otros. No estuvieron presentes diputados de la oposición. Horas más tarde, el Secretario General de La Cámpora apoyó el proyecto por redes sociales.
Según los cálculos que hace el equipo del Frente Patria Grande, el costo fiscal bruto que demandaría el proyecto serían 99.282 millones de pesos para 2021, lo que equivale al 2,1 por ciento del PIB. Sin embargo, al restarle el gasto de otros programas que absorbería el SBU y también el retorno fiscal que se generaría por el consumo – y entonces los impuestos- que generaría el uso del dinero, el costo se reduciría más de la mitad, a menos de un punto del PIB, o 414.333 millones de pesos.
Daniel Arroyo, ex ministro de Desarrollo Social y presente en el lanzamiento, llamó a no tener miedo al impacto fiscal de la medida: “se puede hacer por etapas, por zonas, pero lo importante es avanzar”. Según el proyecto de ley esto va a ser ejecutado por Anses pero con fondos del Tesoro, con lo cual la pregunta es si el ministro de Economía Martín Guzmán se encuentra al tanto de este proyecto . Consultado por PáginaI12, Juan Grabois afirmó que Alberto Fernández y Martín Guzmán “están de acuerdo con el proyecto. Guzmán está de acuerdo con el proyecto, pero tiene miedo de decirlo para que no lo acusen de planero”, ironizó.
Por ley
La idea de establecer un Salario Básico Universal comenzó a circular desde mediados del año pasado en las oficinas de funcionarios y legisladores del Frente de Todos. “A mi me gustaría que sea como la Asignación UniH, que sea con un decreto del presidente y luego se convierta en ley, porque es urgente la medida. Pero saldrá por ley y lo discutiremos. Yo se que conceptualmente Alberto Fernández y Martín Guzmán están de acuerdo. Lo hablé con Guzmán hace seis meses y se comprometió a hacernos una devolución técnica que no hizo, con lo cual vamos por este camino”.
“Cuando la gente recibe dinero, consume e invierte, no va a guardarlo en una cuenta offshore en Panamá”, explicaba a Página/12 Simone Cecchini, oficial a cargo de la División de Desarrollo Social de la Cepal, un organismo que propone la implementación del ingreso universal varios años antes que la crisis causada por la pandemia lo convierta en una política urgente. Y agregó “Hay que dar cuenta que la experiencia de la región con programas de transferencia focalizada y condicionada han sido muy buenas. Sin ir mas lejos, la Cepal estimó que en 2017 la AUH redujo un 10 por ciento la pobreza y un 15 la indigencia en Argentina, además de generar un impacto positivo en el acceso a la educación. Sin embargo, estos programas no son perfectos”.
A nivel local, Sergio Chouza economista de la Undav, resalta “la importancia de que haya un mecanismo para la población vulnerable a la volatilidad del ciclo económico. Me refiero a los y las trabajadoras de la economía popular que producen y tienen niveles de ingresos pero con mucha fluctuación. Es un piso mínimo de derechos fundamental”, asegura. Además, resaltó la aplicación de la medida que no sea a través de una transferencia intermediada y aplique directamente a las personas: “la intermediación puede generar distorsiones en la focalización del programa”.
Natalia Zaracho, cartonera y Diputada Nacional concluyó: “No podemos mirar para un costado con lo violento que es no tener un plato de comida. ¿Alguien cree que una persona hace cuadras de cola en un comedor porque quiere? No, y lo peor es que mucha de esa gente trabaja, pero no por eso tiene garantizada la comida. Hay millones de trabajadores de la economía popular que se inventan su trabajo en un sistema que los excluye, y no podemos mirar más para el costado”.
Por Natalí Risso