Opinión: Luis Edgardo Jakimchuk / Se llegó a un acuerdo con el Fondo por la millonaria y criminal deuda macrista. Un acuerdo que contempla que no habrá restricciones, recortes a jubilados, no habrá reforma laboral. No frena la inversión en obras públicas, no habrá achique del gasto social, no habrá saltos devaluatorios entre otras cuestiones. Se consiguió algo de aire para sortear los próximos vencimientos y dejar el grueso del ajuste fiscal y monetario para los próximos dos años. Pero la realidad dice que es imposible pagarla.
Lo que acordó el gobierno (con revisiones permanente del Fondo) de afrontar la austeridad fiscal con crecimiento y bajar el déficit fiscal de 3% del PBI en 2021 a 0,9% en 2024, significara 4 mil millones en este año, además un renunciamiento a la emisión como mecanismo para cubrir déficit. La pelea por tener algo de autonomía de la política económica será dura. El camino a transitar no es indoloro. El desorden financiero generado por el macrismo implica un sacrificio tremendo para los argentinos por muchos años.
No hay buen acuerdo en términos absolutos, hay un buen acuerdo en términos relativos.
Como indicio interesante, el FMI sale de su guía habitual admitiendo haberle otorgado a Macri un préstamo que multiplica la cuota de Argentina en el Fondo por 1.227%, generando un monto brutal de sobretasa de 200 a 300 puntos básicos más sobre la tasa base. La deuda contraída por Macri es claramente ilegal. Y la ilegalidad fue avalada por el FMI.
Este acuerdo implica legitimar esta transgresión que viola todos los procedimientos existentes para endeudar al Estado. Un dato: 6 de cada 10 dólares que le entra al FMI por prestamos es por deuda de la argentina. En definitiva, todos los argumentos que hemos escuchado sobre las tremendas irregularidades en la que incurrio el FMI, se desiste plantear la nulidad en foros internacionales. Se valida todo.
Es preciso tener en cuenta que esta conducta ha sido acompañada por la sordera temeraria de la gran mayoría de la dirigencia política, empresarial y medios hegemónicos. Fueron funcionales a que la deuda constituya el instrumento central en función de instaurar en forma permanente un esquema colonial sin decisiones soberanas en materia económica.
Los argentinos deben saber lo que siempre se ocultó sobre los endeudamientos.
Frente a la indiferencia los verdaderos saqueadores del endeudamiento y los intereses bastardos de otros, la única alternativa que tiene la gobernabilidad del Estado, recurso valioso como jaqueado por la oposición, es que el Congreso haga una revisión completa de la deuda de cara a la sociedad. Que sirva para la formación de conciencia e impedir que la impunidad gane una batalla más en la historia de nuestros padecimientos. La gente debe saber que el acuerdo contempla las deudas de las provincias que autorizó el gobierno de Macri, las de las empresas y los bonos reestructurados en manos de fondos de inversión.
El proceso de entender el endeudamiento debe sincerarse conociendo los responsables de “fabricarla” para que respondan penalmente sus decisiones. Debe quedar muy claro la exacta dimensión del problema que Macri les dejó a los argentinos.
No debemos perder de vista que los artífices de los endeudamientos son los mismos personajes y las mismas conformaciones políticas económicas: neoliberales pro oligárquicos, verdaderos cuadros orgánicos de las estructuras transnacionales, acompañados por medios y comunicadores que manejan el discurso dialectico de la traición y la injusticia.
Van desde el gobierno de Videla- Martínez de Hoz (motor ideológico de la política de endeudamiento), Guillermo Walter Klein (eficiente operador de esa política desde su Estudio Klein y Mairal que asesoraba a la banca internacional), Juan Aleman, Diz, Soldati, Folcini, Cavallo (estatizo la deuda privada), pasando por Menem-Cavallo, De la Rúa- Machinea, Cavallo, Roque Maccarone, López Murphy, Patricia Bulrrich, hasta Macri, Prat Gay, Dujovne, Caputo, Sturzenegger, Vidal, Carrió y el silencio y acompañamiento de radicales mamarrachos. La historia muestra que siempre destinaron los endeudamientos para pivotear fundamentalmente sobre intereses especulativos y financieros de los grandes grupos económicos y fugas de capitales privados de sus amigos. Está muy claro que la deuda con el FMI no merece su consideración en términos de una lógica error-acierto sino de la consolidación y reintroducción adrede del dispositivo endeudar para fugar.
Los apologistas de la dependencia, quienes llevaron a la quiebra la economía y la miseria del pueblo, esperaban el fracaso del acuerdo para dejar en evidencia que el gobierno perdió la capacidad de gobernanza. Han buscado y consiguieron que el peronismo co -gobierne con el Fondo, que no tengan exclusividad en la dirección económica. Consiguen que la comadreja cuide las gallinas, el verdadero programa económico de la derecha argentina.
¿Y ahora como se sigue?
El sendero a transitar por el gobierno plantea enormes desafíos. El acuerdo con el FMI, la inflación, los precios de los alimentos, donde cinco corporaciones manejan los precios apropiándose de una mayor tajada de los ingresos salariales y la avidez de la extorsión de los sectores poderosos, son los temas que atravesara a la Argentina en estos años. No habrá solución posible si no hay esfuerzos compartidos.
En los últimos datos del INDEC, quedó demostrado que el crecimiento de 10 puntos del PBI sólo fue hacia las empresas, en detrimento de trabajadores y trabajadoras. Los trabajadores de la industria manufacturera participaron con el 28% del valor agregado bruto (la generación de riqueza), mientras que las empresas lo hicieron con el 54,6%. La brecha se amplió en comparación con el mismo período de 2020 (36,3% -47,4%). En un año, la participación de los trabajadores en la captación de la renta cayó casi 8 puntos porcentuales y las empresas avanzaron 7 puntos. En el caso del sector primario agrícola ganadero, la riqueza generada se repartió en un 62% para el capital privado, frente a un 23% de los trabajadores rurales. La participación de los trabajadores rurales cayó seis puntos porcentuales y el sector privado avanzó con casi 7 puntos.
El gran desafío del Frente de Todos será hacer política sin debilidad claudicante de su electorado. Y que el crecimiento, en vez de derramar, se distribuya de manera más equitativa.