Algunas zonas del lago de Salto Grande se han coloreado de verde. Aguas abajo, también hay sectores en los que se nota la presencia de algas. Con la disminución de los caudales, crece también el riesgo de que se acumulen proporciones excesivas de escherichia colis, coliformes fecales o enterococos. ¿Qué tiene para decir el organismo responsable, la Comisión Administradora del Río Uruguay? Al parecer, nada.
Sin previo aviso, desapareció aquel semáforo de CARU que clasificaba a los balnearios según su situación ambiental, en verdes, amarillos y rojos. Se trataba de una herramienta que servía de advertencia a la población, guiándola para que no ingresara a las aguas contaminadas.
En la página web del organismo binacional se observa que el último informe del programa de vigilancia de playas es el referido a la semana del 18 de Octubre de 2021. Obvio, la desactualización es absoluta. Nada se parecen aquellos días de primavera del décimo mes del año a estos de rabiosa ola de calor y sequía del duodécimo mes.
El Entre Ríos procuró dar con una explicación oficial sobre las causas de esta significativa omisión de los deberes de CARU para con las comunidades ribereñas que no sólo se bañan en el río sino que también alimentan con sus aguas a las plantas potabilizadoras. Resultó imposible.
De manera extraoficial, trascendió que los informes habrían dejado de publicarse como una derivación del conflicto que enfrenta a ambas delegaciones por el denominado Digesto del Río Uruguay, el documento que establece los parámetros de la calidad del agua.
Cuando finalizaba la gestión presidencial de Mauricio Macri, en el año 2019, las dos delegaciones de entonces aprobaron un nuevo digesto, que la actual representación argentina no acepta como válido, basando su postura en el denominado “principio de no regresión ambiental”.
Según dicho principio, no debe tolerarse retroceso alguno en los estándares de protección ambiental. Es decir, no hay margen posible para revisiones normativas que estipulen indicadores menos exigentes que los ya consagrados en las normas. Y, según la Delegación Argentina, el nuevo digesto es “regresivo”, mirada que, obviamente, no es compartida por su par uruguaya.
La “pelea” lleva ya tiempo, pero recién afectó la publicidad de los informes cuando Uruguay, a fin de octubre de 2021, consideró que había llegado el momento de divulgarlos en base a los parámetros del nuevo digesto. Argentina se opuso, y desde entonces, se han reunido en sucesivos plenarios, sin conseguir ponerse de acuerdo.
El último plenario fue este martes 28 de diciembre. Cabía la posibilidad de que acordaran algo así como un impasse, de manera tal de que los informes se publicarían incluyendo referencias a los dos estándares, al del viejo digesto y al del nuevo, que para Argentina no está vigente. Pero ni siquiera eso fue posible.
Las partes quedaron en volver a reunirse en la segunda semana de enero, para volver a intentarlo. Mientras tanto, uno de los veranos más secos y de menor caudal seguirá su curso. Las comunidades y los turistas buscarán masivamente refrescarse en las aguas de un río cuya calidad de agua en sus diversas playas se ha vuelto un secreto, sólo conocido por los expertos de CARU que extraen las muestras y las analizan.
(El Entre Ríos)