25 noviembre, 2024

Cuanto hace que los argentinos no tenemos un gran sueño de progresos

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El decrecimiento de casi seis millones que no volvieron a votar al gobierno, no significa que hayan votado a los mismos que arruinaron la Argentina, es el contundente mensaje de la gente que se cansó de esperar hacer frente a un sistema de continuo ascenso de la desigualdad, que agudiza la pobreza, el hambre. Ese electorado reclama políticas orientadas a recuperar el imaginario del ascenso social y esto implica revisar profundamente el nexo entre la política, la economía y sus actores.

 

Opinión – Luis Edgardo Jakimchuk

En rigor, discutir todo lo que impide crecer a las grandes mayorías requiere tocar intereses de lo que se apropian abrumadoramente la riqueza. Tomar acciones concretas, que muestren que no hay más lugar para el abuso dominante de los sectores más poderosos de la sociedad, requiere dirigentes comprometidos con los intereses del pueblo en general, no de escasos vuelo. “No es para cagones” como lo dijo el ministro Fernández.

La desigualdad es el cimiento del hambre, que lejos de ocultarse, parece que gusta exhibirse desafiando uno de los dispositivos principales del pensamiento político de A. de Tocqueville que veía en una pequeña desigualdad lo socialmente inaguantable.

De acuerdo a los deciles de ingreso, el Indec muestra que 4 de cada 10 personas son pobres, que equivale al 31% de los hogares, y una de cada diez personas por debajo del umbral de indigencia. Si se extrapola a toda la población, 45 millones de habitantes, la pobreza más indigencia alcanzaría a 18,5 millones de personas.

Ha decir verdad, es la manifestación abierta de la situación distributiva del ingreso nacional: el 20% más rico toma el 50% del ingreso y el 20% más pobre accede apenas al 4% del ingreso total. Que se deriva en dos millones y medios de trabajadores formales, 80% de jubilados y pensionados, trabajadores informales, cuentapropistas y jóvenes que sus ingresos no superan la línea de pobreza.

Preguntas muy sencillas frente a esta realidad: ¿Cuánto tiempo puede durar un modelo en continuo ascenso de la desigualdad? ¿Y cuáles son los factores que determinan la forma como una sociedad logra progresos de su gente? Esto nos conduce a otra pregunta estrechamente relacionada con las anteriores: ¿de quién es la responsabilidad del logro de dicho progreso?

Lo cierto es que la creciente brecha pone en peligro cualquier la lucha contra la pobreza, es más, es una amenaza a la estabilidad social.  

El crecimiento económico es un factor indispensable para los progresos en desarrollo humano e integración económica. La equidad en la distribución y el disfrute de los beneficios de ese progreso es responsabilidad de las políticas públicas guiadas por consensos racionales.   

Quienes tienen la responsabilidad de construir consensos sobre el precio de los alimentos que hambrean a tanta gente, de los problemas estructurales en lo productivo, la deuda, lo tributario, la erradicación las causas de la desigualdad, la justicia, entre otras tantas que afligen, ¿imaginarán qué sienten los tres millones seiscientos mil hogares pobres e indigentes no saber si podrán comer mañana, pagar la luz, el alquiler? Esa pregunta debe ser un desafío diario para aquellos de la oposición que sostienen: “No habrá consensos básicos con mandatos populistas”, “mientras no nos saquemos de encima al peronismo, el país no va a salir del pozo”.

Es imposible consensuar con la oposición política y económica cuando frente al aumento de las desigualdades sociales y economicas, plantean al sistema meritocratico como ordenadora del futuro a millones de argentinos que cayeron en la pobreza. El discurso del FxC es tan hipócrita y cínica que asusta.

A propósito, en la carrera del mérito que pregonan todos los dirigentes de JxC, obvian decir que no todo depende de lo que hagan los individuos en el presente, sino de lo que recibieron del pasado. Cambiemos dejo (sin pandemia), el 52,3% de chicos de 0 a 14 años en situación de pobreza. El 29,1% de chicos vio como en su casa se reducía la cantidad de alimentos por problemas de ingresos y el 13% padecieron inseguridad alimentaria severa, es decir, pasaron hambre. Que igualdad de oportunidades tendrán para progresar en el futuro. Gran parte de las infancias son las principales víctimas de este fracaso político del Macrismo, un fracaso del cual deben hacerse cargo.

Lo de Juntos por el Cambio está claro, representa a los pocos que se quedan con todo. Ellos son neoliberales y la forma de entender la cultura ciudadana es neoliberal. El objetivo de la derecha neoliberal fascista es lo que su vocero Longobardi dijo: “Vamos a tener que formatear a la Argentina de un modo más autoritario”.

Más allá de lo electoral, el Frente de Todos para renovar el contrato con los votantes debe honrar la voluntad popular expresada en el 2019. Hay que recordar que el peronismo llegó al gobierno por la economía, si en verdad quiere enfrentar al modelo neoliberal macrista, hay que demostrarlo con hechos, generando una transformación profunda que mejore las condiciones de vida de los que más sufren en el país, porque de no ser así lo que se viene por delante es una nueva onda neoliberal que arrasara con los derechos que aún quedan y completaran la obra iniciada los milicos y cuya última expresión, con Macri, dejo un país hecho pelota.

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