Las relaciones interpersonales y la salud
Los seres humanos somos seres sociales por naturaleza, y es esta condición la que nos ha permitido la supervivencia y evolución. Relacionarnos es una necesidad básica y por eso, cuando lo hacemos con otras personas de manera sana, es el punto de partida para alcanzar un desarrollo pleno. Debemos aprender a construir lazos auténticos y sostenidos a lo largo del tiempo. “A menudo pensamos que nuestra salud solo es la ausencia de enfermedades físicas, pero, por lo contrario, va más allá de eso, y depende de una compleja interacción entre factores biológicos, psicológicos y sociales”, afirmó a AIM la doctora Estefanía Peltzer, médica especialista en Medicina General y Familiar.
¿Dependemos siempre de las relaciones con los demás?
Los humanos somos seres tan sociales que el aislamiento tiene la misma incidencia en mortalidad que el tabaquismo, HTA, dislipemia y obesidad.
Según la definición de la OMS, la salud es “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Esta definición articula la interconexión entre el apoyo social, las relaciones interpersonales, la salud general y el bienestar.
Preguntas con respuesta
-Pero, doctora, la dificultad en las relaciones interpersonales, ¿pueden enfermarme? -Numerosas investigaciones fundamentan la relación entre apoyo social y desarrollo, o la recuperación de enfermedades físicas. Por ejemplo, la falta de apoyo social eficaz y de relaciones interpersonales, se ha relacionado con enfermedades del corazón, diferentes formas de cáncer, epilepsia, enfermedad inflamatoria del intestino y artritis, así como el apego a las demás personas se asocia con un aumento de las tasas de mortalidad en las personas mayores.
Otros estudios relacionados han demostrado que las parejas que son más negativas y hostiles al discutir los problemas maritales, experimentan un aumento en el cambio inmunológico negativo hasta 24 horas después de su discusión.
¿De qué forma nos relacionamos socialmente?
Cada relación, familiar, de pareja, laboral, o social, tiene sus propias características. Las relaciones sociales son las que involucran a la familia y las amistades, se basan en el intercambio y la construcción de experiencias y son, realmente, muy importantes, ya que el rechazo y aislamiento perjudican la calidad de vida produciendo enfermedades como la depresión, los vicios, la ansiedad y la baja autoestima.
Las interacciones de pareja estresantes conducen a un aumento de la reactividad cardiovascular que, a su vez, aumenta el riesgo de enfermedad cardíaca coronaria y la mortalidad prematura. Por lo contrario, las relaciones interpersonales buenas evitan el estrés (y con ello múltiples enfermedades como la hipertensión arterial (HTA), disminuyen la percepción de dolor y promueven hábitos saludables.
Las relaciones en el trabajo
Las relaciones laborales constituyen en la actualidad una de las principales causas de problemas de salud. Los motivos pueden ser diversos, pero podrían deberse a la falta o mala comunicación entre las personas, lo cual perjudica el ambiente de trabajo. Alguna de las causas son el acoso, amenazas, gritos, entre otras situaciones y sus consecuencias para la salud son el estrés, la fatiga, la ansiedad, la depresión. La base de la solución a estas dificultades consiste en tener una buena comunicación.
De a dos siempre es mejor
La construcción de vínculos es uno de los tesoros de la vida y su aprendizaje, la herencia. Cuando en una pareja las relaciones son inestables, se percibe rápidamente cómo la situación afecta a la salud, provocando estrés, insomnio, alteración de conductas, baja autoestima, o consumo de alcohol, entre otros factores. En cambio, aquellas relaciones basadas en la honestidad, la tolerancia y el respeto son las que nos impulsan a tener seguridad en sí mismo, felicidad, alta autoestima y a poder alcanzar nuestras metas.
Las personas tóxicas
Al hablar de relaciones interpersonales no podemos dejar de mencionar a las personas toxicas. Se trata de aquellas que siempre están quejándose por todo, ven todo de forma negativa, asumen el papel de víctimas, solo hablan de sus problemas, no asumen sus responsabilidades, mienten y ocultan, culpan a los demás de sus males, no hacen nada por avanzar, sienten envidia, celos y soberbia, se resisten a cambiar y son manipuladores.
¿Alguna vez has estado frente a una persona “toxica”?
Las neurociencias dicen que la gente “tóxica” existe y que se encarna en quienes perturban el bienestar ajeno y vampirizan al semejante. Y endilgan a fallas químicas la irrigación de esa toxicidad. “Sus conductas se traducen en patologías, y la coexistencia con ellos resulta casi imposible, ya que constantemente marcan lo que hacemos mal o no podemos hacer. Los ejemplos son claros: está la persona que destila un odio visceral y se regodea con la humillación del otro, la que avasalla al semejante, la que busca manipular con mentiras, la que agrede innecesariamente y desvaloriza al otro para sentirse bien, la que daña con intención y nunca propone una reparación, la que incomoda con sus actitudes, la envidiosa de todo lo ajeno y la que urde los problemas para acercar sus soluciones. Si tenés cerca a alguien así, mejor aléjate rápido.
También, existe el quejoso, el envidioso, el agresivo, el culpabilizador, el jefe autoritario, la víctima, el mediocre, el bromista, el matón rencoroso, el mentiroso, el entrometido, el fanático, el presumido, el competidor, el maniático del control, el acusador, el violento y el sabelotodo.
Más vale prevenir…
Lo más importante que debemos hacer para “desintoxicarnos” de estas personas, consiste en comunicarnos de manera efectiva, afrontando lo que nos molesta del otro y los errores que, nosotros mismos, podamos cometer.
Mantener el sentido del humor. Relajar las tensiones y divertirse permite responder a la persona “tóxica” y conseguir el beneficio de la risa. Recordemos que la risoterapia proporciona muchos beneficios, tanto directos como indirectos.
Hay que intentar convertir el enojo en amabilidad, por muy difícil que pueda parecer, ya que es la mejor respuesta frente a muchos que van de prepotentes por la vida. Los motivos de esa forma de comportarse son, en realidad, la inseguridad y falta de amor propio. Otra forma de “desintoxicarse” consiste en desprenderse de cualquier emoción con respecto a la persona “tóxica”.
El consejo es eliminar a la gente con estas características de nuestras vidas, no preocuparnos por ellas ni por lo que les ocurra, y visualizar el hecho de dejarlas atrás.
Si los conflictos continúan, eso puede indicar que la persona “toxica” es uno mismo, y no los demás. Eso no cambia mucho las cosas, porque el resultado es muy parecido: malestar continuo y dificultades para relacionarnos.
Relaciones interpersonales y Covid-19
La pandemia de Covid-19 trajo múltiples cambios en las relaciones interpersonales. Las medidas de prevención para evitar el contagio han modificado hábitos y costumbres en las sociedades de todo el mundo, muchas de ellas, prácticas tradicionales de hace miles de años. La actividad social es inherente al ser humano, y sumamente importante para una vida saludable.
Antes de la pandemia, cada integrante de la familia contaba con espacios individuales, como la escuela, deportes, el trabajo, tiempo libre con amigos o fuera del hogar.
En muchas ocasiones, las horas de trabajo y actividades hacían que el momento de encuentro con la familia fuese muy corto, pero ahora, el confinamiento ha cambiado este aspecto, y por eso se pasan muchas horas junto al grupo familiar o conviviente.
La contracara de la moneda son aquellas personas que viven solas, que han quedado aisladas, e imposibilitadas de relacionarse de manera física y emocional.
El confinamiento nos ha obligado a distanciarnos de familiares, seres queridos y amigos, y a no tener contacto físico con ellos, con lo que esto conlleva. Como mencionamos anteriormente, las relaciones sociales son imprescindibles para los seres humanos, tanto que, sin ellas, podemos enfermarnos.
Hemos tenido que aprender a estar más tiempo juntos y convivir en familia, hecho que, en muchas ocasiones, no estábamos acostumbrados. O bien, a estar solos y aislados.
A esta circunstancia se suman las tareas laborales en el hogar, y las escolares de los niños, que demandan largas horas y dedicación por parte de los padres.
También se han visto afectadas, para bien o para mal, las relaciones de pareja, o de padres con hijos. Lo que antes generaba un pequeño cortocircuito, debido a la situación, podría transformarse en una grave complicación.
A este contexto ya adverso, se agrega el estado de hiperestres, miedo, e incertidumbre, producto de situaciones hogareñas o problemas de tipo laboral, económico, social. Como si todo eso fuera poco, crece también el aburrimiento, la nostalgia, la desesperación por salir, actos que pueden llevarnos a transitar diferentes emociones, y derivar en roces y discusiones.
¿Qué hacer?
Ante esta realidad, debemos seguir una serie de consejos y estrategias, para extraer el lado positivo de la situación. En rigor, es importante que cada integrante de la familia tenga actividades individuales dentro de casa, así como coordinar otras tareas que impliquen a toda la familia. Es aconsejable utilizar racionalmente las tecnologías y redes sociales, para conectarnos con nuestros seres queridos y amistades, pero sin abusar de su uso, y mucho menos, para sobrecargarnos de malas noticias. Es clave, también, tener horarios reglados para todas las actividades, sean laborales o escolares, y también para el ocio y el descanso. Practiquemos aquello que nos llena de buena energía y salud, como la alimentación saludable, la actividad física, la meditación, el yoga, la jardinería, la huerta, y todo aquello que nos guste.